Salir de Cobán hacia el departamento de Petén requirió una de esas caminatas maratónicas: mochila sobre los hombros, una botella de agua y mucha energía.
Atravesamos gran parte de la ciudad, esquivando a los vendedores de ticket de bus que nos insistían tomando nuestras caras de cansancio como anzuelo.
Vimos más o menos 54378 carteles más de «se abrió paca» y nos castigamos un poco las rodillas subiendo y bajando calles zigzagueantes.
Finalmente, despues de darnos cuenta que hacía ya rato estábamos caminando sobre la ruta a la cual pensábamos llegar (o sea, que habíamos caminado de más) nos detuvimos a unos pasos de una caseta abandonada a la que ya no le quedaban ni puertas ni ventanas, y que parecía haber sobrevivido algún incendio o hecatombe similar. En su interior se veían un par de muchachos que no sabemos qué hacían ni pensábamos preguntarles.
Minutos más tarde, uno de ellos pasaría al lado nuestro, haciendo malabares con un machete.
Los camioneros encontraban que la vieja casa quemada era perfecta para usarla de baño, así que en más de una oportunidad vimos a un camión detenerse, y su chofer bajar de la cabina muy apurado para perderse entre los matorrales, volviendo minutos después, caminando más ligero y con una sonrisa en el rostro.
Fue cuando entendí que la frase «panza llena, corazón contento» es en realidad reversible.
Una camioneta que nos llevó en la caja nos paseó por pueblitos rurales. Algunos de ellos parecían vivir en una feria constante, es más, parecía que el pueblo fuese unicamente una feria, porque era lo único que el ojo alcanzaba a ver. Tal fue el caso de Chisec, que atravesamos despacito, como para apreciar el lugar.
Finalmente, la camioneta se detuvo en otro pueblito perdido, y terminamos haciendo dedo entre colinas verdes, saludando a las muchachas que pasaban envueltas en los vestidos que ya habíamos visto en Atitlán, y que sonreían tímidamente tapandose la boca cuando les dábamos los buenos días.
Finalmente, un auto se detuvo varios metros más adelante, y los hombres de su interior, que parecían representar las 3 generaciones (abuelo, padre e hijo) nos llevaron un buen tramo.
Nos convidaron una de las bananas asadas más ricas que probamos en el viaje, envuelta en hoja de maíz, y atravesamos con ellos el pueblo más sucio que vimos en Guatemala, como fue el caso de de Canlech.
UNA NOCHE EN EL CUARTEL DE SAYAXCHÉ
El auto se detuvo en Sayaxché (ya estabamos en el departamento de Petén), y en vistas de que la tarde estaba llegando a su fin, retrocedimos unos metros a la Estación de Bomberos Municipales que habíamos visto. En el camino preguntamos si había en el pueblo un cuartel de Bomberos Voluntarios, pero todos nos dijeron que solamente estaban los municipales.
Apenas llegamos, una chica que no aparentaba más de 15 años nos recibió con una sonrisa, y su afirmativa fue inmediata cuando le preguntámos si podíamos pasar la noche allí.
Solamente nos pidió los documentos para tomarnos los datos, y nos dió 2 colchones para poner dentro de la carpa (lo cual agradecimos porque una de nuestras colchonetas está rota y se desinfla en menos de 2 horas).
A la noche, se nos presentó un dilema difícil de resolver: si dejábamos la carpa cerrada, nos moríamos de calor, pero si la dejábamos abierta, se llenaba de mosquitos.
No era una situación sencilla de resolver, sobre todo si tomamos en cuenta que ni el calor ni las picaduras de mosquitos nos permitirían dormir.
Al final, y con opiniones encontradas, abrimos la carpa luego de aguantar el calor por unas horas.
Los mosquitos nos comieron. Literalmente.
Y nos comieron tanto que a media madrugada ya estaban pipones, y nos dejaron descansar unas horas.
Sí, ya nos habían dicho que en el departamento de Petén, volvía el calor, y con el, los mosquitos.
Con unas ojeras prominentes, nos levantamos en la mañana y habiendo empacando todo, retomamos viaje.
En Sayaxché es necesario cruzar el Río de la Pasión para poder continuar rumbo al Norte, y aunque el nombre es muy romántico, el río no presentaba un panorama muy idílico; varios autos hacían fila esperando su tanda para cruzar.
Desconocíamos si era necesario pagar o no, así que nuestra mejor idea fue simplemente hacernos pasar por auto, y subirnos cuando ellos se subieran.
Nadie nos vino a cobrar nada, y así llegamos al otro lado.
Ahora la cosa venía complicada. Al otro lado del río la ciudad se termina abruptamente y había que esperar a que uno de los autos de cada tanda que cruzaba el río nos quisiera llevar, lo que significaba esperar varios minutos entre tanda y tanda de autos.
Fue esta la primera vez que esperamos bastante tiempo haciendo dedo en Guatemala.
Casi dos horas fueron las necesarias para que una ambulancia se detuviera y nos llevase, la segunda ambulancia que nos lleva en el viaje. El conductor volvía de una emergencia a la cual le había llevado tres horas llegar; un accidente automovilístico donde había un bus involucrado había dejado a varias personas heridas, pero ninguna de gravedad.
El chofer ahora estaba volviendo a su ciudad, Poptún, y aunque no le quedaba de pasada, nos dejó justo en la Isla de Flores (en el corazón de Petén), que es a donde nosotros queríamos llegar.
DE DORMIR EN EL PISO A UNA RESIDENCIAL CON PISCINA
Flores es una isla unida a la ciudad de Santa Elena a través de un puente. Aún así, el negocio de los botes es rentable, por ser una solución más rápida, por ejemplo, para ir desde Flores hasta San Miguel en un bote puede costar 2 quetzales por persona (10 pesos uruguayos, unos U$S0,30) y en menos de 10 minutos ya estas en la zona, mientras que en auto hay que dar toda la vuelta y se demora mínimo media hora.
Sobre la rambla de Flores, los pescadores aficionados probaban suerte tirando sus anzuelos al agua atados a la punta de la tanza (sin caña ni nada, aca era todo muy práctico). No fueron pocos los pecesitos que vimos sacar.
Y si algo vimos mucho fueron turistas; Flores es la zona elegida por la mayoria de los turístas que visitan Petén para pasar sus días. Y Petén es visitado, usualmente, por Tikal, una de las ruinas mayas más famosas a nivel mundial (junto con Chichen Itzá), pero ya llegaremos a eso.
Pero nosotros no. Nosotros nos quedaríamos en un oasis privado, donde alguien nos recibiría por unos días sin pedir nada a cambio.
El lugar que sería nuestro hogar momentáneo quedaba a medio camino entre Santa Elena y Santa Ana, en una residencial sobre la ruta. Cerca no habían ni tiendas ni nada que se le pareciera, y la residencial en sí tenía muy poquitas casas, así que era una zona ideal para descansar.
Por si eso fuera poco, dentro del complejo había piscinas que casi no se utilizaban porque estamos en época de lluvias (aunque no llueva tanto) y a su alrededor, quinchos con mesas y sillas y una cancha de tenis estaban casi todo el día vacías.
Por si fuera poco, la casita donde estábamos se perdía entre los árboles, en donde a veces podían verse (y oírse) ardillas, monos y tucanes.
Fue así como pasamos de dormir en el piso de los bomberos, comidos por los mosquitos, a una acogedora casita con piscina en medio del bosque.
Nuestros días allá nos movíamos siempre a dedo y comprábamos la comida para varios días (todos los que abarcó nuestra estadía) en Santa ana, un pequeño pueblo a unos 5 kms de la residencial, y donde no había supermercados, sino que todo había que comprarlo en pequeñas tienditas locales.
Además, estando allí nos pasó por primera vez en el viaje que un fotógrafo profesional, el dueño de la casa, nos pidió usarnos de modelo para probar un lente especial para retratos que le había llegado.
Creyendo que simplemente nos sacaría algunas fotos al tun tun, nos aprontamos apenas y esperamos.
El muchacho empezó a traer láminas de papel para el fondo, luces, paneles de estos blancos que se ponen para que la iluminación sea mejor, y toda clase de menesteres dignos de un estudio de filmación.
Ya deberían haberse dado cuenta… yo no soy nada fotogénica. Soy de esas personas que necesitan sacarse 20 fotos para que salga una buena (supongo que la cara no ayuda tampoco jajaja).
Pero con Wa… ah con Wa la cosa es distinta.
Wa tiene una sola expresión cuando le piden una foto, no le pidas más.
Pero esa sola expresión es suficiente; el fotógrafo quedó embelesado con su foto y hasta nos pidió permiso para publicarla en su instagram.
Ya sabemos que si algún día estamos locos de las pulgas, este chiquilín puede conseguir unos pesos como modelo fotográfico.
ULTIMOS PASOS EN GUATEMALA
Después de unos días en Petén, llegó el momento de despedirnos de Guatemala, ese país del cual no esperábamos mucho y nos sorprendió para bien, demostrándonos que tiene muchísimo para ofrecer.
Nos encontrábamos haciendo dedo en la ruta, cuando una bicicleta se desvía de su camino para advertirnos que donde estábamos parados era muy difícil que alguien se detuviera porque ahí robaban mucho, así que lo mejor era ponernos unos metros más adelante. No entendíamos por qué unos pocos metros podían hacer la diferencia entre ser asaltados o no, así que el muchacho nos explica que donde estamos parados tenemos matorrales a los lados, por lo que los ladrones se esconden allí y cuando un bus se detiene, ellos roban a la gente que va a subir.
Ok, ahora todo sonaba un poco más lógico, pero solamente un poco. De todas maneras le hicimos caso al chico, ya que si se desvió solo para avisarnos eso algo de razón debía tener, y allá nos fuimos, unos metros más adelante, al lado de un cartel de «60 KPH».
Como Guatemala ya nos tiene acostumbrados, un camion de reparto de lacteos se detuvo a los pocos minutos.
Su conductor nos dejó poner las mochilas en la parte refrigerada y nosotros subimos con el a la cabina.
Este chofer fue lo mejor que podíamos pedir como despedida de Guatemala, de hecho, yo no sé como se las ingenia el destino o cualquiera sea la fuerza superior que vela por los mochileros, para ponernos siempre una experiencia memorable cuando dejamos un país, casi como para convencernos de permanecer ahi un poquito más.
El chofer resulto ser una de esas personas que te contagian la alegría con solo escucharlos hablar unos segundos; nos convidó con naranjas, y la pregunta cayó directa «¿ya desayunaron?«.
Esto era relativo. Habíamos comido dos tostadas antes de salir, lo que para un uruguayo promedio podía oficiar casi como un desayuno normal capitalino (ponele que faltaba el café), pero para un centroamericano, o incluso para cualquier habitante desde Bolivia para arriba (donde los desayunos son nivel almuerzo para nosotros) eso no era nada.
Paramos en un parador de la ruta, y el chofer nos extendió un menú a cada uno para que eligieramos lo que nos gustara, el invitaba.
No pude evitar dejar escapar una risita cuando vi allí escrito «Conflex«, el nombre con el cual se conoce al típico plato de cereales con leche, siendo este nombre una deformación fonética de «Corn Flakes«.
Comiendo un desayuno que para nosotros sería almuerzo, compartímos anécdotas de vida, y destapamos recuerdos del pasado.
El chofer nos contó que su hermano había tenido que escapar del país, porque por unos problemas legales con un terreno, lo tenían amenazado de muerte, y nosotros ya sabíamos que en centroamerica nadie juega con las amenazas de muerte.
Cuando ya íbamos camino a Melchor, la ciudad limítrofe con Belice, pasamos junto a un cartel en la ruta que ponía «Península Muralla del León» y el chofer del camión nos cuenta que siempre había estado intrigado sobre ese lugar, porque siempre pasaba por al lado pero nunca había entrado.
Un minuto después estábamos metiéndonos en el pueblo, preguntando a la gente dónde quedaba la famosa península que aparecía en el cartel.
La península resultó ser un parque natural abierto al público y gratuito, con mesas, bancos y polletones, que son como una versión de nuestra parrilla pero algo más sencilla, para cocinar pollos.
La estrella del parque era el lago Macanche, que aunque luego de ver Atitlán éste se quedaba un poquito más insulso, no dejaba de ser un lago grande y lindo para pasar una tarde.
Nos bajamos en Melchor, al límite con Belice.
Las mochilas estaban frías por haber viajado tanto rato dentro del freezer, lo cual nos sirvió para apalear el calor que estaba haciendo. Además, el chofer nos regaló 2 botellitas de yogurt de frutilla que tomamos enseguida.
Gastamos los últimos quetzales en una tiendita local, comprando cosas que para nosotros son básicas: café, azucar y jabones.
Con lo indispensable cubierto, dimos nuestros últimos pasos en Guatemala, y aunque nos quedamos con ganas de ver al Quetzal en persona, nos llevamos muchos buenos recuerdos de su tierra natal.
Ahora teníamos que cambiar el chip para entrar al edificio de migraciones Belice, desempolvar ese baulcito dentro del cerebro que cerramos después de Guyana, y abrirlo nuevamente:
«Hello, we want to visit Belize for some days«.
Muy cierto, se extrañan esos vídeos, jeje.
Justo ayer pensaba en eso luego de haber escrito por acá.
Vos sabes que por lo menos me viene pasando hace un tiempo, no solo con este post, sino con los anteriores que voy comentando.
Pobre con Chrome y con Firefox Mozilla ya sea desde mi computadora y también desde el celular y no logro darle con la tecla para que me deje calificar los post en más de una ocasión y nada.
Pero en fin, no hay de que 😉
Abrazo chicos 🙂
De nuevo por aca yo, jeje
Calor y mosquitos,mi enemigo numero uno jeje…
Pero consulta, la carpa de ustedes no cuenta con «mosquitero»?, tener eso en una carpa en tiempos de verano es una re buena ventaja a la hora de acampar.
Pero que dice muchacha, donde esta esa autoestima che?, jeje
Jajaja que pose se mando de paso Wa, digna de modelos, jeje…
Jajaja Melchor, y donde andaban los otros dos de Baltasar y Gaspar?, jeje…
Bueno consulta, el sistema de estrellitas de los post esta funcionando chicos?, porque clickeo varias veces sobre ellos pero no pasa nada.
En fin, se me cuidan como siempre!
Abrazos para ambos.
Hola!
Si, la carpa tiene mosquitero pero si dejas solo el mosquitero digamos, no entra tanto el aire tampoco, al menos, no en un lugar cerrado (que nosotros estábamos acampando dentro del cuartel). Ese era el tema.
Jajaja, Wa nos salva las papas posando para alguna foto, si algún día estamos muertos de hambre.
Lo de las estrellitas, primero que nada, gracias por puntuar los post! Y si, se supone que está funcionando… Pero vamos a revisarlo porque si no te está dejando algo raro debe haber. Gracias por avisarnos!
Nos cuidamos y vos y todo el club de fans también eh (los tenemos a pico seco al club de fans con los vídeo resumen… Ya volverán).
Abrazo!