LOS ACCIDENTES PASAN
Justo el último dia de nuestra visita a Manaos, sucedió un imprevisto de los feos.
Fue la tarde de ese viernes cuando se me ocurrió preparar una comida basada en Corned Beef, esa carnecita en lata que, según dicen, comían los soldados en la trinchera.
Y hablando de trinchera, podríamos decir que tuve una pequeña guerra con esa latita.
Por cosas del destino, la llavecita que viene con ella falló, y viendo que era poco el espacio metálico que separaba el alimento de mi alcance, decidí terminar de forzar el metal con las manos.
Mal pensado. No hagan esto en su casa niños… ni en su casa ni en la de nadie.
De repente vi sangre saliendo a borbotones (ahhh colorrr) de mi mano, y no me pregunten cómo, pero lo que estaba también lleno de lunares rojos, cual albino con varicela, era la cocina que alguna vez fue blanca.
Había gotas y chorretes de sangre en el piso, la heladera, los muebles, bancos, vasos… incluso en la alacena, medio metro por encima de mi altura. Parece como si apenas cortarme me hubiera puesto a bailar flamenco con toda la emoción.
Me hubiera encantado contarles que me lastimé luchando contra un caimán en el Amazonas, o escapando de la mafia Siciliana, pero lo cierto es que fue abriendo una lata de conserva.
Lata 1 – Joy 0
Cuestión que las primeras horas transcurrieron intentando hacer que el tajo dejase de sangrar, y los minutos de anestesia natural que suceden al corte pronto se terminaron dando lugar a un dolor bastante molesto que abarcaba casi toda la mano. Fue por esto que decidí ir al médico, porque no quería estar, al día siguiente, en la ruta, sufriendo, abriendo el tajo con cada movimiento que hiciera, sin poder levantar la mochila.
No estaba segura que fueran a darme puntos, pero lo cierto es que la doctora apenas vió el corte dijo «uuuy es bieeen profundo, vamos a dar 3 o 4 puntos» (todo en portugués, claro).
La única vez que me habían suturado había sido en la nariz, así que ésta sería la primera donde podría ver cómo cosían la carne, lo cual sí que me entusiasmaba un poco. Lo que no me entusiasmaba tanto era la anestesia que colocan dentro de la herida en crudo, con una jeringa.
Y con razón.
Entre risas que intentaban encubrir los gemidos de dolor, el mal rato pasó y pude ver cómo cosían la herida, lo cual resultó cuando menos interesante.
Y ¿saben? Al final, con los 3 puntos que me dieron terminé ganando:
Lata 1 – Joy 3.
Recetándome un reposo de 3 días que claramente no haría, y un antibiótico, nos fuimos.
¿Saben cuál es la parte interesante?
Que en unos días nos vamos a Guyanas, donde se hace dedo con la mano izquierda, es decir, mi manito Frankenstein, así que una de dos: o le saco ventaja a este pulgar remachado revoleándolo lo más alto que pueda estirarlo, o me dedico a hacer un cartel y sostenerlo pasivamente mientras Wa levanta su pulgar completo.
Eso todavía está por verse.
En cuanto al tema de cómo solucionar estos temas viajando, si utilizar el seguro de salud o no, vamos a dejar el detalle para otro post especialmente relacionado a la salud mientras uno viaja. Pero les adelanto algo: la salud en Brasil es gratuita. Aprovechémoslo.
CARONA RUMBO A BOA VISTA
-Está muy difícil, nadie te lleva.
-Piensan que sos venezolano y no te levanta nadie.
-Yo demoré 2 noches y 3 días en llegar.
Estos eran los comentarios que habíamos recabado de gente que había recorrido los 800 kms que les separaban de Manaos a Boa Vista a dedo.
O «a carona», como le dicen en Brasil.
Nos habían dicho que viernes y sábado eran buenos días para intentarlo porque mucha gente se iba a Figueredo a pasar el fin de semana, y algunos también iban a Boa Vista.
Una estación de servicio al final de la ciudad fue nuestro primer punto de partida para intentarlo.
Cincuenta minutos más tarde, un auto se detenía ofreciéndonos carona hasta Figueredo.
No fue el primero que se detuvo, pero si el primero que nos ofreció llevarnos una distancia suficientemente considerable como para aceptarle el aventón.
La simpática familia, sólo hablaba portugués, pero de alguna forma nos hacíamos entender.
Se detuvieron 2 veces en el camino: la primera fue para comprar frutas y convidarnos para que probásemos frutas nuevas, y la segunda para que conociéramos una pequeña cascada en medio de la ruta, donde el conductor, quedando en calzones, aprovechó a darse un baño, y Wa se mojó las piernas.
Figueredo es una zona muy utilizada por los brasileros que viven en los alrededores para ir a pasar el fin de semana, ya que tiene ese aire de balneario y el atractivo de estar lleno de cascadas y parques acuáticos, cosas que considerando el calor constante de la zona, las convierten en lugares todavía más paradisíacos.
Primero consultamos a un camionero estacionado en una gasolinera, si podría llevarnos, a lo cual sólo nos respondió con un parco «proibido»… sí, sin «H» porque fue en portugués (cómo me duele leer “livro”, “sapatos”, “veiculo” y otras palabras en portugués, con mi chip castellano).
Cierto, ese era otro obstáculo del cual nos habían hablado; muchos camioneros tienen prohibido llevar pasajeros… de hecho, me atrevería a decir que, todos los que trabajan en el camión para un tercero tienen esta prohibición… la cosa es que no todos le hacen caso. Y uno de esos era lo que precisábamos.
La constante lluvia que fluctuaba sobre nuestras cabezas, nos dejó mojados varias veces hasta que salía nuevamente el sol y nos secaba, para luego ensoparnos otra vez con la próxima nube. Y así, probando hacer dedo en algunos lugares, llegamos a un punto bajo la protección de un frondoso árbol, con espacio suficiente para que un camión pudiera detenerse.
Una hora después, luego de haberme junado con ojos de enamorada un pedazo de cartón milagrosamente seco sobre la vereda, le propongo a Wa hacer un cartel explicando que somos uruguayos (no venezolanos) que viajamos «a carona» por América, para generar aunque sea un poco de curiosidad a los choferes.
Eso hicimos, y en menos de 5 minutos, un camión que estaba detenido hacía ya varios minutos en la esquina, frena delante nuestro y nos invita a subir. ¿Destino? Boa Vista.
Ahora ustedes estarán pensando «¡qué bárbaro! ¡Qué bien funcionó el cartel!». Yo pensaba lo mismo, hasta que el chofer nos explicó que el es Venezolano y suele llevar a todas las personas que encuentra en la ruta, compatriotas o no.
Esto nos lleva a otra mención: hacía rato nos preguntábamos cómo sería viajar por tantas horas hablando un portuñol bastante malo, pero ante nuestro «obrigado», el chofer nos saltó enseguida con un «no no no, a mi hablame en español».
El camión que iba unos metros por delante nuestro, pertenecía a otro venezolano que viajaba con su novia, y el señor que nos llevaba a nosotros iba siguiéndole los pasos de cerca para ayudarlo si se daba el caso, ya que el otro tenía un problema con los frenos… detalle no menor en un camión.
Así comenzó el largo viaje hasta Boa Vista.
LA RESERVA INDÍGENA WAIMIRI ATROARI
Un poquito después de haber dejado el estado de Amazonas y entrar en el de Roraima, nos encontramos con 200 kms de selva espesa a la cual sólo podía ingresarse hasta las 18 hs.
Este territorio corresponde a la reserva indígena Waimiri Atroari, y mas vale no te venga el llamado de la naturaleza cuando estés atravesándola, ya que está terminantemente prohibido expulsar tus desechos naturales en este terreno protegido.
Tampoco resulta muy tentador luego de oír las anécdotas de los camioneros contándo cómo se les cruzaron panteras y serpientes enormes en la ruta.
Lo que resulta curioso es que en este territorio habitan tribus indígenas, a quienes a veces se les puede ver, con sus taparrabos y sus bubis al viento al costado de la carretera, y la pregunta del millón es ¿dónde harán ellos sus necesidades fisiológicas? ¿O es que sus excreciones son más naturales y por tanto ellos sí tienen permitido orinar y defecar en ese territorio? ¿O va más ligado a un tema de pertenencia territorial, y por ende, mayor libertad dentro del mismo?
No sé, esa parte fue un tanto extraña. Entendemos perfectamente el control de basura en territorios protegidos pero orinar en la naturaleza no debería considerarse algo contaminante, sino precisamente, natural… seas quien seas (indígena, citadino, etc).
Volviendo a otros temas, la noche nos agarró en medio de la selva, y a nuestro compañero venezolano le daba miedo esa zona en la noche, por sus avistamientos previos de criaturas salvajes y peligrosas. Además, nos preguntaba «¿ustedes no vieron Holocausto Canibal?».
Sobre las 20:00 hs llegamos al final del territorio, donde además de una balanza de camiones, donde las personas encargadas de este control pesan a los colosos metálico controlando que no excedan el peso permitido, hay también un puesto policial, baños con duchas y un lugar donde comer.
Allí cenamos con los 3 venezolanos, entre risas y muchos chistes, donde alguno dejó escapar agua a modo de lluvia para dejar escapar una risotada.
Envueltos en ese estado de ánimo, levantamos la carpa entre medio de los dos camiones para dormir hasta las 3:00, ya que a las 04:00 partiríamos nuevamente recorriendo los 300 kms que aún nos separaban de Boa Vista.
La lluvia fue el mejor despertador, que comenzó a caer sobre las 03:15, haciéndonos desarmar la carpa lo más rápido que 3 manos y media nos permitieron.
Bajo el techo del control policial, esperamos hasta las 05:00 cuando nuestros compañeros, algo pasados de hora se despertaron para seguir viaje.
BOA VISTA
La estación Karacas fue nuestra primer parada en la ciudad de destino.
Y como su nombre bien podría dejarlo adivinar, muchas personas que llegaron a Boa Vista desde Venezuela encontraban en esta estación de servicio un punto de encuentro con sus compatriotas.
Luego nos daríamos cuenta que toda la ciudad tenía habitantes del vecino país, quienes debido a la situación tan complicada por la que su país está atravesando, emigraron a Brasil para buscar una vida más digna. La misma situación que vimos repetirse en Perú, Colombia, Ecuador, y en mucha menor cantidad pero igualmente presente en Chile, Argentina y Uruguay.
Boa Vista es una ciudad que si bien no tiene demasiados atractivos que puedan resultar suficientemente interesantes como para visitar la ciudad especialmente, podríamos decir que si ya estás ahí tenés algunas cosillas interesantes para ver.
MONUMENTO AL GARIMPEIRO
Garimpeiro era como se le llamaba a los buscadores ilegales de piedras preciosas.
En la zona de Boa Vista hubieron varias personas en el pasado, que se dedicaban a estos menesteres, los cuales eran perjudiciales no sólo para ellos mismos ya que su salud se veía gravemente afectada y las condiciones de trabajo eran muy perjudiciales, sino también para la naturaleza y comunidades indígenas de la zona.
En honor a estos trabajadores se construyó este monumento que puede verse muy cerquita el Palacio de Gobierno de Boa Vista.
PALACIO DE GOBIERNO HELIO CAMPOS
A pasos del Garimpeiro encontramos esta enorme casa, digna de alguna a que otra fotito.
Frente a ella se encuentra la estatua a tamaño real de un gobernante que tuvo Brasil y fue muy querido por muchos ciudadanos.
BASILISCA NOSSA SENHORA DO CARMO
Fue este el primer templo religioso que se irguió en Boa Vista.
Fundada en 1725, esta basilisca pasó por diversas reformas hasta llegar a ser como la vemos hoy día.
Muy cerca de allí hay otros sitios de interés turístico, como el centro de turismo, donde siempre hay exhibicion arte que es posible comprar a precios asequibles.
También hay un bar el cual tiene importancia histórica, la cual queda explicada en el cartel que se encuentra al costado de la entrada (cerrada, en ese momento).
MONUMENTO A LOS PIONEROS
Este monumento presentado más en forma de mural «3D», honra a los primeros pobladores de la zona. En el vemos a Mucanaíma, el nativo de la zona que recibió a los colonizadores portugueses.
Al costado del mural puede verse una placa donde figura el nombre de aquellos pioneros que llegaron a la zona de Roraima, de la cual es Boa Vista su capital.
ORLA TAUMANAN – A ORILLAS DEL RIO
Y lo que para nosotros es «la rambla» y para la gente de otros países latinoamericanos como Ecuador y Perú es «malecón», acá en Brasil es la «orla».
Sí, estamos hablando de la costa.
La orla esta sobre el Río Branco, y resulta un agradable paseo tanto de día como de noche.
A lo lejos puede verse el puente que une Brasil con Guyanas, país limítrofe con el estado de Roraima, a escasos 130 kms de Boa Vista.
En la orla, si la visitamos de día, podemos encontrar algunos vendedores al acecho de turistas curiosos; en la noche en cambio, podemos disfrutar de la hermosa vista nocturna que nos suelen brindar las costas.
PARQUE DE LAS AGUAS
No muy lejos de la orla se encuentra el parque de las aguas.
Y se llama así por una razón.
La explanada tiene varias fuentes, una de ellas incluso baila. Si, como leyeron, baila.
No sólo tiene luces de colores sino que sus chorretes voladores se mueven al ritmo de la música que puede oírse cuando uno se acerca a la fuente.
Cerca de esta zona esta la explanada Ayrton Senna (en honor al legendario piloto), en donde a la tarde se imparten clases gratuitas de gimnasia y donde algunas veces se reúnen ciclistas a practicar.
También nos restultó curioso que esta zona estuviera llena de unos animalitos llamados escorpiones de agua; no son tan letales como los escorpiones, pero según nos contaron, si uno te pincha con su aguijón, te va a doler por un buen rato.
EL CINE SUPER K
¿Y por qué mencionar un cine como atracción turística, si cine hay en todos lados?
A las imágenes me remito.
Este cine tiene una apariencia tanto interior como exterior que resulta cuando menos llamativa.
Por fuera, no sólo presenta una forma algo cavernosa pero colorida que nos hace pensar en el interior del estomago de un payaso (al menos, eso pensé yo) sino que además tiene representadas varias figuras importantes del mundo de la animación de la pantalla grande.
Y por si esto no fuera ya suficientemente curioso, no hay mas que entrar para darnos cuenta que la sorpresa continúa, ya que su interior representa algo así como una caverna de hielo.
Y claro, no podía faltar la figura d Oscar como decorado principal en el cartel exterior.
Este cine tiene otra sucursal en un shopping (mall) de Brasil, pero la sucursal de Boa Vista es la única que presenta esta forma tan curiosa, convirtiéndose así en algo que vale la pena visitar, si andan por la ciudad.
PARQUE SENADOR CANEDO
Nosotros agarramos época de sequía (cuando llegamos a Boa Vista, recién estaba llegando la época de lluvias… Un mes atrasada) así que el nivel de agua del parque era muy bajo, pero fue suficiente para darnos un hermoso atardecer.
PARQUE DE LOS PAPAGAYOS
Y si, esto también se llama así por una razón: en este parque hay papagayos.
Y no me refiero solo a los que están enjaulados, que dicho sea de paso, hay muchísimas especies, algunas que yo nunca había visto en persona (y si saben la locura que tengo por los loros, entenderán mi emoción) sino que esté parque es el dormitorio de cientos de loros que llegan allí al caer el sol, a pasar la noche.
El parque abre hasta las 17:30 hs, pero si logras quedarte allí adentro hasta las 18:00 hs aproximadamente, vas a empezar a sentir el barullo que estos bochincheros tan adorable meten cuando empiezan a aterrizar sus coloridas anatómicas sobre las copas de los árboles del parque.
Y no sólo podes encontrar loros en este parque, también hay senderos con Exuberante vegetación y alguna Manuelita apurada en el camino.
Y no sólo hay loros y tortugas… también hay humanos muy entrañables en el viaje, como Gildo, quien nos estuvo acompañando durante nuestra estadía en Boa Vista.
HASTA LA PROXIMA, BOA VISTA
Si bien esta ciudad nos regaló amigos inolvidables, quienes incluso se convirtieron en nuestros amigos de ruta hasta Guyanas, nuestro próximo destino, tuvimos que dejarla para continuar rumbo.
Pero antes, aprovechamos a saltar un poquito en la ruta, teniendo de fondo la vegetación tipica que se encuentra en la ruta que va de Boa Vista a Guyanas.
La ruta nos espera, para seguir recorriendola a puro pulgar.
No sabíamos que nos encontraríamos con una de las rutas más difíciles de transitar del viaje.
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